En entrevista, Lenin D Zunún habla de la puesta en escena “Toc, toc ¡He venido a comerte!”, una adaptación de Raymundo Zenteno, basada en el cuento “De repente llaman a la puerta”, de Etgar Keret. La obra forma parte del repertorio escénico de la compañía Sapo Teatrolìn. En escena, bajo la dirección de Lenin D Zunún, Raymundo Zenteno interpreta a Etgar Keret, mientras que Gerasio Contreras interpreta a un oso que invita al público a cuestionar el hecho de cómo los animales han sido vistos de manera recurrente en el mundo de la fábula bajo el prisma de la villanía.
Una de las directrices de la obra es conducir al público infantil a empatizar con la historia de un oso que toca a la puerta del israelí Etgar Keret, quien es un escritor de cuentos cortos, guionista de televisión y director de cine, cuyo quehacer lo ha llevado a ser considerado el máximo exponente de la narrativa moderna en hebreo, por su empleo del lenguaje corriente para contar historias en donde la vida cotidiana trascurre entre matices de humor negro, surrealismo, lo grotesco y lo pueril, elementos que conforman un mismo universo.
La creación del personaje del oso hace parte de la reinterpretación que efectuaron Raymundo Zenteno y Hugo Montaño, dos amigos que en algún momento coincidieron con la idea de ajustar las bisagras de un proyecto relacionado con el llevar y acercar de una forma divertida a un público estudiantil el hábito lector. En la versión original del cuento “De repente llaman a la puerta”, de Etgar Keret, no es un oso el que toca a la puerta sino un ladrón, quien ordena al escritor leerle un cuento.
Al igual que el ladrón, el oso exige al escritor leerle un cuento. Exigencia que causa temor y confusión al escritor, el cual procura explicarle al oso que si deja de amenazarlo con destrozarlo con las garras será mucho mejor para él cumplir su exigencia. Pero el oso viene de un mundo en donde tiene que desenfundar las garras y los dientes para proteger su vida, mientras que los humanos se pasean por los bosques con escopetas y armas punzantes, por lo que en su lenguaje no existe la cortesía y decencia esperada por el escritor.
El oso le da entender al escritor que los humanos solo entienden el lenguaje de la fuerza, argumento ponzoñoso que sostiene el porqué de su comportamiento huraño y amenazante. El oso espera la lectura del cuento, así que el escritor procede con la narrativa, la cual es intermitente pues el oso exige la lectura de un cuento en donde el protagonista sea un oso que no cause miedo o terror, ya que los animales no deberían causar aquel malestar.
Es así como el escenario se transforma en un terreno revestido con muebles y utensilios cotidianos en el cual los personajes se reúnen, se miran, se retan, forcejean, hablan, dialogan y comparten con el público sus diferencias, las cuales no son sinónimo de amenaza y terror pues ambos coinciden en proclamar su derecho a la vida, a la paz y al mutuo entendimiento de sus fuerzas distintas, pero a la vez iguales pues estas se hermanan en la existencia.
Al igual que una fábula, la obra parece manifestar una moraleja final que concluye con la partida del oso y una breve frase “mi misión ha terminado”, la cual cierra el proceso de una toma de conciencia y solo queda la espera de un cambio hasta la modificación de un acto que no tiene argumentos válidos, pues atenta con el derecho a la vida.
Durante la entrevista, Lenin D Zunún señala que el proyecto del montaje de la obra se quedó solo en una primera lectura tras la muerte del escritor y promotor de la lectura Hugo Montaño. Raymundo Zenteno había escrito la adaptación del texto con la intención de llevarlo a escena e interpretar el personaje del escritor junto a su amigo Hugo Montaño, quien daría vida al personaje cuestionador. En diálogos, Raymundo Zenteno comparte con Lenin D Zunún el proyecto en pausa y para el cual tenía en mente convocar a Gerasio Contreras, un amigo que al igual que él y Hugo Montaño, busca fomentar el hábito lector en las infancias.
El proyecto se concretó; ensayaron, analizaron los personajes y recrearon la escena, la atmósfera necesaria para invitar al público a imaginar y analizar el argumento de la obra, la cual se presentó por primera vez en el Teatro Francisco I. Madero, en el marco del Día de la Niñez y del Festival Infantil de Terror ¡Ay nanita! ¡Qué miedo!
La puesta en escena fue recibida con gran entusiasmo por parte del público infantil, quienes se vieron cautivados por la historia del oso y el escritor. La interpretación de Raymundo Zenteno como Etgar Keret y la actuación de Gerasio Contreras como el oso fueron elogiadas por su emotividad y profundidad, transmitiendo el mensaje de empatía y entendimiento entre especies.
El legado de Hugo Montaño, aunque truncado por su partida, se mantuvo presente en cada momento de la obra, recordando su pasión por la lectura y su compromiso con la promoción del hábito lector entre los más jóvenes. En este sentido, «Toc, toc ¡He venido a comerte!» no solo fue un montaje teatral, sino también un homenaje a la amistad y al poder transformador de la literatura.
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