El proceso de mestizaje en San Marcos Tuxtla, fue desplazando paulatinamente a la población zoque del centro de la Villa
La importancia de la capilla del barrio de San Miguel Arcángel, se debe a que corresponde a la traza primigenia del pueblo zoque de San Marcos Tuxtla: cuatro barrios alrededor del templo principal, dice en entrevista el promotor cultural y geógrafo Roberto Ramos.
“La importancia del barrio está ligada a la
organización original del pueblo zoque de San Marcos Tuxtla, que posiblemente
se adaptó a un antecedente organizativo prehispánico, como puede observarse en
otras poblaciones. De esa organización, derivaron fiestas, rituales, tipos de
agrupaciones sociales, entre otros elementos, que en algunos casos sobreviven
en la ciudad. El barrio ya no es reconocido por la población tuxtleca, quedó de
alguna manera absorbido por la actividad comercial de la ahora 1ª Poniente y
por la presencia ritual de El Calvario que a más de quedar junto al mercado,
albergó un tiempo el culto a San Pascualito, en su tránsito entre San Marcos y
su templo actual”, informa.
Sin embargo, destaca que el barrio representaba
una forma de organización social de los habitantes en torno a la identificación
con un santo patrono y los rituales y fiestas consecuentes. Y es que, de acuerdo
al entrevistado, la capilla y el barrio corresponden a la traza establecida por
los dominicos en la segunda mitad del siglo XVI.
“Muy posiblemente la danza zoque de San
Miguel, haya estado ligada a la fiesta patronal del barrio desaparecido. Se
ejecutó hasta entrado el siglo XX y ahora un grupo de entusiastas jóvenes
–entre ellos, el maestro Juan Ramón Álvarez- que preservan la cultura zoque
tuxtleca, la han recuperado y la vienen ejecutando de unos años para acá,
representando en sus personajes la lucha del bien contra el mal. La danza, una
de las expresiones artísticas más antiguas,
en muchos sitios y momentos es un acto de resistencia cultural. Un
ejemplo de ello es precisamente Tuxtla, donde junto a una cotidianidad agobiante
y en gran medida indiferente, se siguen ejecutando de acuerdo a un calendario
ritual, danzas que nos llevan a centurias atrás, como es la del carnaval zoque
o esta, ahora recuperada, de San Miguel”, agrega.
En tanto, Ramos agrega que el proceso de
mestizaje en San Marcos Tuxtla incrementado en el paso del siglo XVIII al XIX, fue
desplazando paulatinamente a la población zoque del centro de la Villa. Asimismo,
indica que la Reforma del siglo XIX también golpeó a los templos y las
organizaciones en torno a ellos.
“Tuvo que ser una edificación muy sencilla, aunque seguramente con mejoras a lo largo de los siglos. La capilla de Santo
Domingo, la única que queda de las cuatro capillas originales puede darnos una
idea. Seguramente se trataba, igual que Santo Domingo, de un edificio de planta
de cajón con techumbre de madera y teja. A pesar de que sobrevivió hasta el
siglo XX, no tengo noticia de alguna foto que la muestre”, comparte.
Así también dice que, a pesar de esos
factores, San Miguel todavía aparece en el plano de Tuxtla de 1892.
“Recientemente tuve noticia, por la
amabilidad del señor Antonio Martínez Vázquez, de que la capilla fue requisada
por los carrancistas para ser utilizada como cuartel. Lo que supe por razones
familiares es que en los años 30 – en tiempos del furor anticlerical en
Chiapas- era ocupada por una talabartería y estaba en condiciones ruinosas.
Debió desaparecer, entre esa década y la
siguiente, cuando ya la capilla del
Calvario, junto al nuevo emplazamiento del mercado, había cobrado importancia
como centro de barrio”, refiere el entrevistado.
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