En el libro Calendario festivo de la Mayordomía Zoque de Tuxtla (2017) el arquitecto y cronista Sergio de la Cruz Vázquez, menciona que las Suyuetzé, es decir los hombres vestidos con faldas de cuadritos, huipil blanco, rebozo y dos pañuelos, simbolizan a las mujeres que murieron al dar a luz a un guerrero. Acto que trasforma a las Suyuetzé en guerreras que custodian el paso del sol por el inframundo, lo que le permite al sol continuar con su eterno renacer.
Las
Suyuetzé custodian el paso del sol
con un garabato, el cual posee un triple simbolismo. En este sentido, el
garabato es: un bastón, que representa el sostén de la vejez, al igual que un instrumento
de trabajo que se utiliza para limpiar el terreno donde se realizará la siembra
y la cosecha; por último, un arma, la cual las Suyuetzé utilizarán para defender al sol en su paso por el
inframundo.
Él
Te´ Napapok-
Etzé (danza de la Pluma de Guacamaya) o Carnaval Zoque de Tuxtla, inicia cinco días antes del miércoles de ceniza
y es una
conmemoración a los dioses entre ellos el cristiano y los dioses prehispánicos.
En síntesis, el carnaval es la representación de la lucha de los astros: el sol
y la luna, en donde las Suyuetzé bailan y giran como estrellas de forma
contraria a las manecillas del reloj, hasta formar un círculo de protección alrededor de la Alacandú o reinita (o luna) y él Te´ jatahama etzé (baile del padre sol).
La melodía de este baile está integrada por nueve
sones, los cuales evocan en un ritmo rápido la alegría de las Suyuetzé por el
renacimiento del sol y en un ritmo lento evocan en las Suyuetzé el silencio, el
cual se guarda para no despertar a los seres del inframundo. Durante el
recorrido por las calles de Tuxtla Gutiérrez, los músicos ejecutan los sones “de
camino”, los cuales no se bailan, puesto que solo se debe de bailar frente al
altar doméstico o las ermitas que se visitan.
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