Desde el inicio de la calle, bajo la luz artificial, los hombres se despojan de su ropa de trabajo para usar la vestimenta de la chuntá. Dejan a un lado su nombre, su vida, para ser un personaje que surge cada año en la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo.
Es ocho de enero, el sonido del tambor y el carrizo se escucha por todos los rincones del pueblo mágico. El cielo trae a la vista todos los colores de la fiesta.
Hermanas, madres o amigas, ayudan a dar vida a la chuntá, personaje que representa a las sirvientas de la leyenda de María de Angulo y recorren las calles para dar anuncio a la festividad de los santos, acompañados del abrecampo.
Adentro de la casa de la tía They o en la banqueta, esperan el inicio de la caminata. Tienen en la mano el chinchín, y en el corazón la fe y devoción que los hace vivir como cada año la Fiesta que crece, que da vida a su cultura.
En sus párpados llevan el color de la alegría, mismos que lucen con el brillo de su mirada. Entonces observan, celebran y gritan vivas para un pueblo, para los que están, para los que se fueron, para los que vendrán del silencio o del murmullo para ser canto.
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Fotos @cindy_rramos / Texto Karla Gómez
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