“…moldear el barro es algo que se hace con el corazón, claro es con las manos, pero expresas lo que llevas dentro del corazón…” Con estas palabras, Verónica Concepción Gómez López nos introduce al mundo de la alfarería en Amatenango del Valle, Chiapas. Ella no solo moldea barro: da forma a la memoria de su pueblo, al esfuerzo heredado de generaciones y a una identidad que se niega a desaparecer.
Verónica es una de las organizadoras de la tercera edición de la Feria del Barro 2025, que se celebrará del 1 al 3 de agosto en el Parque Central del municipio. Este evento es mucho más que una exposición de artesanías; es el resultado de un esfuerzo colectivo entre mujeres y hombres que, a través de su trabajo, reafirman la riqueza cultural tseltal. En la feria también se mostrarán textiles, huipiles y bordados, todos elementos que reflejan la vida, los colores y la historia del lugar.
El camino de cada pieza de barro es largo y exige dedicación. Desde la recolección del material, la mezcla con arena, el modelado, el secado al sol, hasta la cocción que puede tardar horas o días. Verónica explica que quienes no tienen horno deben recurrir a la quema libre, un proceso más rudo y arriesgado. “Si no se calienta bien, al momento de quemar las piezas se pueden reventar y entonces perdemos nuestro trabajo”, dice con la sinceridad de quien ha vivido cada etapa del proceso.
La artesanía, para ella, no es solo sustento económico, es también un acto de amor y resistencia. Aprendió a bordar de su madre, y hoy trabaja para que esa herencia no se pierda. Las piezas que crean —palomas, jaguares, vajillas— evolucionan, y aunque los colores vibrantes siguen siendo parte del sello del pueblo, también hay un retorno hacia los tonos naturales, una búsqueda de lo auténtico, de lo ancestral.
En cada objeto hecho a mano hay una historia que se cuenta sin palabras. “Lo que uno hace con las manos —dice Verónica— es lo que uno lleva dentro”. En Amatenango del Valle, ese interior está lleno de fuerza, de orgullo y de un deseo profundo por conservar el legado que los une. La feria no es solo una vitrina de arte popular, es un latido compartido, una celebración viva del alma comunitaria.
Así, la Feria del Barro 2025 se presenta como un espacio donde tradición y creatividad dialogan, donde el barro habla, y donde la comunidad recuerda que su historia sigue moldeándose… con las manos, sí, pero sobre todo con el corazón.
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