Julio Panti
Crítico de Arte
Casi desfallesco como señorita decimonónica valseando "Sobre las olas" con esta preciosidad de película a la que se le podrá hurgar para encontrarle intenciones fallidas, imprecisiones históricas o lo que sea, pero resultaría un ejercicio forzado. Esta película es una belleza franca en su decir porque lo que ves es lo que hay, y no es poco.
No le caben otros juicios pero tampoco elogios gratuitos, porque no es una película histórica, ni de alegatos gays es una película sobre la sombría condena a que pueden sentenciarse los que anteponen sus intereses prácticos a costa de sus deseos más profundos, de lo que la sociedad quiere de sí pero que no coincide consigo, todo en una época de afrancesada inquisición mexicana...
Poco importa, por ejemplo, si el retrato de Porfirio Díaz no cumple con la fama por todos aceptada aunque incomprobable del todo, lo importante es que muestra otra vez lo idéntico que es México y su flamigero dedo de falsas decencias de moral intachable, es el México que arrumba los instintos diferentes y que goza al derrotarlos sin importarle las heridas aledañas que cultiva, reafirma y deja a su paso.
Hombres homosexuales casados, con doble vida llenos de angustias permanentes como su pan del día, mujeres infelices cumpliendole al mundo el papel que les toca, lamebotas de la burocracia, trampas políticas para reafirmarse en el poder: esto no es una película de época, ¡amiga date cuenta!
La soberbia actuación de todos (porque el casting es impecable) pero específicamente la de Alfonso Herrera es de una bravura sin par, su mirada ajotada de loca casada que se extingue cuando no es él y sus excelentes performances sexuales hacen que la película vibre aún más. No hay pudor para mostrar la piel desnuda, el sudor viril o las bocas húmedas porque es necesario comprender la fuerza del deseo. Las escenas son realmente calientes y el actor tiene unos pies bellisimos (por cierto).
Emiliano Zurita, en cambio llena la pantalla con su dulzura gallarda, adorna sus propias escenas y su voz es de una sincronía logradisima que vaticina lo que ya se sabe, ese amor no tendrá el fin que alucinan. Su personaje será sobajado en público y Amada, la esposa de su amante lo dará por muerto.
Es una bellísima ilustración de un hecho vergonzoso que no ha pasado a la historia, sino que es nuestra historia, vieja y vigente.
Mención aparte merece el diseño de arte que por primera vez no se desgrana únicamente en recreaciones exactas sino que aporta algo más, un ambiente correcto que soporta la representación gráfica con mano firme en busca de la narración precisa, no es fotogénica es fotográfica. Bravísimo!!!
El diseño de arte le atina a todo, a los fanfarrones aposentos del castillo de Chapultepec, al despacho presidencial, a la casa de los esposos, a las fiestas tipo heliogabalo, a los restaurantes, a las cenas familiares y etcetera.
Que peliculón. Todo rebien.
Dato: Ella sabe que no le doy coba a nadie pero Alacsva Cadenas, la que aparece en los créditos como asistente de diseño de arte, es chiapaneca y la vida me dio la oportunidad gigante de ser su profesor de historia del arte.
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