Fernando Híjar/Promotor Cultural Ahí están los cuatro caifanes, (el Capitán Gato, el Mazacote, el Azteca y el Estilos) tramando alguna jalada, como dicen ellos, para seguir haciendo vaciladas, echando desmadre, para divertirse y gozar cobijados bajo el manto de la noche defeña en los años sesenta. Buscan el desahogo, el ansiado clímax, el pecado-purificación, que por cierto nunca llega. Los caifanes están parados al lado de una fuente en el corazón capitalino (nombrado pomposamente, desde hace algunos lustros, como Centro Histórico de la Ciudad de México, la fuente es parte del conjunto arquitectónico de la Plaza de la Santa Veracruz, que se encuentra a espaldas de la Alameda Central; en lo que fueron dos grandes casonas que la custodiaban, en la actualidad se han convertido en El Museo Nacional de la Estampa y en El Museo Franz Meyer; a dos o tres cuadras se encontraba el legendario Salón México, ahora transformado en La Nana un espacio cultural de avanzada) acaban de